Metros abajo de la calurosa tierra coroiqueña hay un cañón estrecho para seguir avanzando. En ese momento es difícil no sentir un poco de miedo, más aún cuando el guía hace un nudo de cuerda en el mosquetón que sujeta el arnés que, a la vez, sostiene todo el cuerpo.
Copia y pega esta URL en tu sitio WordPress para incrustarlo
Copia y pega este código en tu sitio para incrustarlo